jueves, 2 de diciembre de 2010

Quizás es mejor descansar

Trepaba y trepaba sin cesar en sus intentos.


Fue cuando el abuelo le dijo que tuviera paciencia, que de otra manera nunca llegaría  a la copa más alta de aquel árbol.


El lo miro con cierta desconfianza, como pensando como un viejito podría saber como trepar un árbol, lo que no sabía era que el fue quien planto ese árbol, el fue quien le dio vida y lo cuido.
Al siguiente día el niño intento de nuevo, el abuelo al ver sus intentos fallidos, decidió contarle la historia, y contarle también que el también había sido ese niño tratando de subir aquel árbol que en ese momento era más pequeño, el abuelo no quería que se repitiera la historia, no solo con el árbol sino con su vida. Se vio reflejado en ese niño, que quería llegar a la cima, sin siquiera entender el camino, el ahora era un jubilado triste y solo, solo la sabiduría de los años lo acompañaba, solo las arrugas, solo la humedad de sus paredes. Comprendió que es una estupidez que la sabiduría llegue cuando ya no nos sirve, cuando ya hemos tropezado tantas veces, sintió que debía pasarle esa idea al niño, la idea de no saltar los escalones de a 3, de querer el éxito antes de la experiencia, o en este caso, de mirar la copa del árbol sin siquiera apreciar sus raíces. Luego de mostrarle el camino más apto hacia la copa del árbol se despidió y se fue.
La mañana siguiente fue otro mundo el que esperaba para aquel niño, otras expectativas, otras ganas de aprender. Comprendió que había aprendido a vivir...



Texto y dibujo: Andrés Saavedra

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